Rodaje en territorio Ashaninka: los inevitables cambios de las culturas



Las dos primeras semanas de octubre acompañamos a un equipo de rodaje español para realizar un documental sobre interculturalidad, género y jóvenes líderes. El escenario del rio Tambo y el Ene tiene una historia poderosa y los hermanos ashaninka compartieron con nosotros parte de ella.
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Soy sincero al decir que esperaba encontrar un pueblo ashaninka diferente, algo similar a lo que se vió a principios de los 90s cuando los reportajes de Zenaida Mateos y Oswaldo Carpio o la pelicula de Jorge Suarez y Ana María Pérez revelaban la incertidumbre de la guerra contra Sendero y la vida cotidiana en Cutivireni. El 94 me envolví en ese espíritu cuando investigaba historias para el guión de Kentishani y Shavaaja (ZDF-Casablanca Films), conocí decenas de huérfanos y hasta a Kitoniro, uno de los principales líderes en la lucha para rescatar a pueblos enteros que eran obligados a acompañar las columnas senderistas. Las cushmas, los rostros pintados, escopeta al hombro, esa era la imagen que guardaba del pueblo ashaninka.

Sin embargo en Betania y Chembo, las comunidades donde se concentró la filmación, lo primero que llamó mi atención fué que las masateadas eran a ritmo de huayno, alguito de tecnocumbia y casi ningún canto en ashaninka. Los colegios que visitamos para grabar alguna canción en idioma ashaninka practicamente no tenían cantos en el idioma local, en su lugar encontramos huaynos a los que se le cambió la letra colocando en su lugar frases referentes a la geografía y animalitos locales, una suerte de sincretismo estimulado indudablemente por las profesoras huancaínas que conocimos. "Qué fuerte la cultura de Huancayo", pensamos, sin embargo no es el único cambio notorio de los últimos años, es evidente que la presencia militar ha influenciado también en la cotidianeidad de la vida comunal, en la forma de hablar en las reuniones, en la forma de colocarse en los espacios, en la disposición de las calles. Encontramos numerosas tiendas en estas comunidades, pequeños negocios que nos recordaban que por siglos el comercio fué uno de los principales agentes de cambio.


Si pues, no hay nada estático, lo preocupante es cuando los jóvenes empiezan a perder el habla ancestral, cuando pierden el conocimiento para manejar la chacra, para hacer uso del bosque y las aguas. En nuestros desplazamientos por el rio Tambo vimos maquinaria pesada y trozas de madera que una comunidad había negociado a 10 centimos el pie cúbico de madera. Sacamos cuentas de cuanto ganarían por los arboles talados y cuanto cuesta remediar el impacto de meter al bosque los enormes tractores para jalar los troncos desde lugares distantes, incluso a kilómetros de las orillas, marcando una carretera donde seguramente en varios años no crecerá nada. Hay que aceptar que negociar con los comerciantes extractivistas requiere de habilidad, de comunidades y dirigentes preparados para ello y que no se dejen atraer por un aparente lucro momentáneo, condición que se acepta en detrimento del bosque y no pocas veces a espaldas de los propios comuneros.

Bueno, para resumir la experiencia de rodaje, la actitud del grupo fué muy positiva, una relación horizontal permanente, siguiendo los conductos regulares y respetando las, a veces largas, asambleas informativas de consulta y aprobación sobre nuestra actividad. Juan Simons, el director, tuvo la paciencia para explicar reiteradamente los objetivos del documental, Raúl, el camarógrafo no desaprovechó un instante y haciendo honor a su condición de "cámara por naturaleza" filmó casi el 100% del tiempo sin trípode, como un correcto émulo de Jean Rouch y el cinema verité. Joly, la cooperante de Intered que nos acompañó, fué la reina de los niños, todo eso matizado con la excelente chispa de Lucho, el abogado del CAAAP, quien nos sirvió de chaperón junto a nuestra querida amiga Leslie, su hijo Lian y la insondable Beatriz.


Sobre el proceso de filmación hay poco que decir, al inicio en Satipo, alteramos el soporte de hombro de la cámara (una Z 1 Sony) y le adaptamos un manubrio adicional para lograr mayor estabilidad (pieza fabricada en diez minutos usando piezas que encontramos sueltas en las ferreterías de Satipo y uniéndolas en un soldador, todo por menos de 10 soles). El matte box Chrosziel trajo muchos problemas: el french flag desplegable se desoldó, no ajustaba el seguro del angulo para french flag, se robaron pernos y se salieron piezas de ajuste. Todo lo solucionamos con el comando Alex (nuestra labor era la Producción en Campo), sin embargo quedé preocupado por la cantidad de piecitas sueltas que se ajustan para armar un sistema de trabajo de alta definición con cámara pequeña. Nosotros que estamos acostumbrados a camara grandes con pocas piezas sueltas hemos tenido pocos problemas con los accesorios, pero ahora que queremos comprar una cámara Panasonic DVCPRO HD (la 200A) tendremos que ser muy cuidadosos para no equivocarnos con accesorios que dañen los brazos del operador o que se desarmen. Raúl, el cámara, trabajó mucho con iluminación natural. El kino flood "hechizo" que llevamos sirvió mucho para las entrevistas (es un sistema "patentado" por Teleandes), también fué clave nuestro sun gun en base a LEDs (otro "hechizo exclusivo). Una llamada de atención para futuros trabajos como este que requieren de mucha movilidad: es necesario trabajar con sistemas de sonido wireless (sin cable) para el boom de audio (el sistema plug on, con un dado transmisor colocado detrás del micro ambiental) ya que estar pendiente de cables que se enredan en plena jungla sin tener un asistente dedicado a ello hacen perder atención de la posición del micro, restando calidad al sonido.


Para culminar este breve artículo, me sorprendió encontrar en Betania un auténtico "canal de TV", es decir un transmisor unido a DVDs y a un receptor de Direct TV que hace una semana no transmitía debido a la deuda impaga de 70 soles que les privó de seguir viendo al mundo por esa ventana. Quisimos hacer nuestra transmisión del material grabado esos días para toda la comunidad (hay unos 10 receptores de TV en Betania), pero el hecho de haber grabado en sistema PAL imposibilitó nuestro deseo. Seguramente la magia de la TV tiene su cuota de responsabilidad en los cambios acelerados de la cultura ashaninka de la cuenca del Rio Tambo, quizas esas pantallas acallan el recuerdo de los tiempos en que la gente se refugiaba en las trincheras de Poyeni refugiándose de las balas, quizas sea el colegio y sus animosas profesoras huancaínas, los comerciantes y hasta los visitantes que ocasionalmente llegan para bañárse en la hermosa fuente natural llamada "la piscina", seguramente todos tienen un papel en esos cambios, lo importante es que los ashaninkas del Tambo sean concientes de ello y que no sea fruto de una imposición como siempre ha sido en nuestro país en su relación con los pueblos originarios. Justamente allí es que se pone a prueba la fuerza de una cultura: en su capacidad de aceptar lo que venga de afuera y transformarlo de acuerdo a las necesidades reales de la comunidad.


Y bien, un rodaje más... una historia más para el libro del yashingo...

24/10/2008

Fotos: Alex Giraldo

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