La Travesia de Irar y Chumpi: filmando con los Jíbaro-Achuar- Primera Parte




Acabo de terminar la edición Off line de este documental y me animo a escribir antes de su estreno porque hay bastante que contar sobre el proceso de filmación. Esta ha sido una experiencia muy importante para nosotros no solo por el tema de los lotes petroleros superpuestos a territorios indígenas, también por el proceso seguido durante el rodaje. Es quizas nuestra experiencia integral mas rica de los últimos años y es un placer compartir los detalles con otros realizadores o investigadores.

A finales del 2006 recibimos la invitación de la ONG Shinai para realizar un documental sobre territorios achuar. Era un pedido en conjunto con las organizaciones achuar del Pastaza para visibilizar los serios problemas suscitados a raíz de la concesión de lotes petroleros sobrepuestos a sus territorios, concesión que había llevado a grandes empresas petroleras a ingresar a sus comunidades para tratar de obtener la necesaria autorización de las comunidades afectadas y así dar inicio a las operaciones.

Para nadie es un secreto que los más de 36 años de explotación de hidrocarburos en la amazonía peruana han beneficiado a todos menos a los indígenas, cuyos territorios han sido seriamente afectados, al igual que sus aguas y animales, produciendo enfermedades masivas y hasta la muerte. Casos paradigmáticos como el del rio Corrientes aún no se solucionan, a pesar de estar en vigencia leyes ambientales más estrictas. Los derrames y roturas de oleoductos son cosa corriente, por ese motivo los indígenas peruanos y de la cuenca amazónica se mantienen alertas ante los nuevos proyectos y concesiones otorgadas. No se trata aquí de estorbar el desarrollo del país como lo califica el mismísimo presidente del Perú en sus ya clásicos artículos denominados "EL PERRO DEL HORTELANO", se trata de algo básico, de resguardar la salud y la vida frente a megaproyectos atentatorios contra su integridad. El levantamiento indígena de agosto pasado sirvió para poner en la agenda pública estos temas, para develar el desconocimiento del Estado y de los líderes de opinión sobre la realidad amazónica y para reflexionar sobre futuras intervenciones desarrollistas inconsultas.

Retomando la invitación que nos hicieron, en esa oportunidad creímos importante proponer algo mas que un institucional, algo que pueda ser visto a escala global. Luego de la experiencia de BUSCANDO EL AZUL que se vió en más de 20 canales de TV y llegó a un mínimo de 50 millones de espectadores, nos sentimos en capacidad de hacer algo bueno con el franciscano presupuesto disponible. Propusimos hacerlo con nuestros equipos Betacam Digital para tener acceso a cualquier canal internacional y asumimos parte de los gastos (principalmente alquiler de equipos) porque este proyecto realmente lo sentimos como algo personal y no un encargo.

Filmar en el Pastaza no es fácil, las distancias son largas y el costo de alquilar una chalupa y combustible por un día es alto. Aliya, antropóloga de Shinaí, realizó la pre producción del documental recorriendo limitadamente la zona. La misión principal era encontrar un personaje capaz de transmitir la vida achuar y su opción por un desarrollo que respete los bosques y la cultura. La búsqueda concluyó en Chicherta, comunidad ubicada en la cuenca del río Huasaga, muy cerca de la línea de frontera con Ecuador. Allí vivía Isaac, joven achuar con una familia constituída, de gran capacidad expresiva, ideal para el documental. ¡Estábamos listos para el rodaje!.
jjjj
Junio del 2007, la coyuntura de paros amazónicos dificultaron nuestro traslado. Llegar a San Lorenzo, sobre el río Marañón ¡tomó 3 días!. Es que la avioneta no salió de Tarapoto ni de Yurimaguas por mal tiempo. Las carreteras estaban tomadas, no había opción, solo esperar. Ya conocíamos algo de nuestro destino, durante el rodaje de HOMBRES DEL MARAÑÓN habiamos navegado horas sobre esas aguas e incluso un poco sobre el Huallaga luego de un naufragio debido a fallas en el motor del "Jerson".

En San Lorenzo se hicieron las compras de rigor: algunas cosas para el viaje como útiles de aseo, pilas adicionales, botas de jebe y ponchos. También las provisiones, decisión a cargo de nuestra productora ejecutiva. En estos viajes largos lo mejor es ubicar un punto de abastecimiento y allí comprar las cosas pesadas ya que pagar sobrepeso en el avión siempre es caro y se justifica pagar un poquito mas por cualquier producto en San Lorenzo. Algunas delicatessen pueden ser traídas desde Lima. Eso si, todo lo técnico debe ser comprado en Lima, desde maskin, gaffer, silicona, WD 40, papel lente, cintas, cuerdas, etc., recomiendo a los realizadores que filman en selva a llevar consigo esas bolsas de jebe que no dejan pasar agua y flotan. Son necesarias en caso ocurra una volcada de bote y realmente justifican su precio (en la tienda Alpamayo de la av. Larco las venden a $50.- las grandes). Para este viaje llevamos 6 de esas bolsas, basicamente para proteger lo electrónico y las cintas. Ojo, no es bueno exponerlas al sol ya que internamente se calientan y la humedad generada puede ingresar a los circuitos electrónicos de los equipos, por eso recomendamos llevarlas abiertas y cerrarlas solo en los momentos críticos como una lluvia torrencial.

De San Lorenzo fuímos a Washintza, un día de navegación. Allí debíamos presentarnos a los apus de las cuencas cercanas para exponer el trabajo a realizar. Varios apus narraron sus experiencias personales con las empresas petroleras, las grabaciones empezaron oficialmente en ese momento. Llevé dos micrófonos inalámbricos, uno para el testimoniante y otro para el traductor que iría traduciendo en simultáneo. Grabar en el idioma nativo es lo mejor para lograr espontaneidad y profundidad ya que generalmente al hablar en español no logran expresar totalmente lo que ellos sienten. La idea era buena para entender lo que la gente iba narrando, sin embargo en la práctica era solo un referente ya que se necesita de todas maneras un traductor que dedique tiempo a la interpretación de lo que se dijo.


Seguimos viaje, en el camino paramos unas horas para filmar unas escenas que nos encargó el mismísimo Jean Michael Cousteau (materia de otro artículo) y ya de tarde llegamos a Chicherta.


¿Cómo dirigirse a gente que no habla tu idioma y que recibe solo un par de veces al año algún bote con motor?, una cosa es hablar con dirigentes ya acostumbrados al castellano y a viajar. Otra muy diferente a la gente de estas lejanas comunidades que mas allá de las coordinaciones previas o los permisos de los apus, quieren saber quiénes somos y qué queremos.

Hace mucho tiempo que mi visión romántica y folclorizante de los indígenas -aquella que se empeñan en transmitirnos la mayoría de medios masivos- desapareció. Desde 1992 he visitado comunidades indígenas y convivido con muchos pueblos de la amazonía y lo que he aprendido en este tiempo es que la única actitud posible es relacionarte de igual a igual y sin la condescendencia paternalista de la que hacen gala los neófitos con buenas intenciones. Lo que si es básico es tener claro que allí estas en "casa ajena" y debes llevar determinadas reglas de conducta, más aún en una comunidad como Chicherta, donde nuestra presencia era de por sí un impacto para la cotidianeidad de la gente y donde seríamos doblemente observados durante nuestra permanencia. Por eso mi obsesión por trabajar con un equipo de gente con la personalidad para desenvolverse en estas lejanas locaciones y además con la experticia necesaria en su labor técnica.

Mi equipo de "comandos" para este viaje lo formaron personas muy especiales: Alex Giraldo (Quillabamba) ha sido por años asistente del famoso Jorge Vignati y ya me había demostrado durante los 60 días de rodaje de HOMBRES DEL MARAÑÓN que era capaz de cualquier cosa en la selva (desde encontrar animales esquivos hasta reparar los motores mas engreídos). Angel Mozombite (Iquitos), el popular "pacucho", es quizas el mejor camarógrafo de Loreto y todo un "matero" (guia experto en amazonía). Andrea de Echave, la productora ejecutiva dispuesta por Shinai, es una joven antropóloga que participaba por primera vez en un rodaje de este tipo. Ella se integró maravillosamente al grupo y compartió con nosotros esta experiencia que realmente se veía prometedora.

Bien, lo primero que ocurrió en la asamblea de presentación en Chicherta fué enterarnos que Isaac, nuestro personaje ya comprometido, no podría participar: la malaria se nos había adelantado.

¡No teníamos personaje!. Empezar a buscarlo allí en ese momento era detener varios días el rodaje y no podíamos darnos ese lujo. Decidimos iniciar la grabación de escenas de cotidianeidad en paralelo a la búsqueda del personaje y para que la gente se sintiese mas involucrada hicimos un breve tallercito para describir nuestros equipos, su utilidad y también para organizar escenas con participación de las familias. Las 20 familias de Chicherta decidieron ser parte del documental y con la pizarra del colegio fuimos haciendo un plan de rodaje donde cada una de ellas sería protagonistas de diferentes actividades de la vida cotidiana. Todo estaba muy bien, pero la realidad es que no teníamos personaje ni historia para contar.

Sin embargo en esta asamblea surgió una idea. Resulta que ya habíamos oído hablar del santuario secreto de los achuar: la Tuna. Un lugar mítico, una cascada donde vive el espíritu de los antepasados y al que acuden los achuar para obtener una "visión" sobre su vida, es decir, ven el futuro y así toman las medidas para manejar los acontecimientos por venir. Ningún apash (no achuar) había llegado a este lugar, sin embargo este santuario era parte de los territorios concesionados por el Estado a empresas petroleras. Preguntamos si sería posible llegar a este santuario y filmarlo para que la opinión pública y el propio Estado conozcan las maravillas que alegremente se entregan para explotacion petrolera. La gente debatió un rato ya que no era juego llevar a gente que no era achuar a ese lugar secreto, en general no había consenso del tiempo que esto tardaría ya que caminando ellos lo hacen en dia y medio, pero por río no se sabía con exactitud porque la quebradita Chicherta estaba intransitable desde hacia unos 10 años. Calculamos un viaje de dos días y la gente aceptó que ingresaramos a la Tuna: sería una interesantísima secuencia para el documental.

Narrar lo que ocurrió durante las numerosas escenas que grabamos sería muy largo, Nosotros queríamos que este documental transmita esas expresiones sutiles que reflejasen el interior de la personalidad achuar, frases reveladoras y espontáneas, gestos naturales en su intimidad, es decir que sean ellos mismos sin la distorsión de personalidad que podía generar nuestra presencia. Este reto nos obligaba a hacer uso de toda nuestra experiencia. Podemos decir que fuímos rápidamente aceptados gracias a nuestros partiditos de voley con la gente de la comunidad y también por compartir litros y litros de masato con ellos. Es que la prioridad las primeras horas y días era compartir, interactuar, conversar. Ellos no eran objetos de estudio, eran personas como nosotros y no teníamos problemas en ponernos a prueba y hasta mostrarnos como éramos, como cuando las primeras noches bailamos y todos nos miraban extasiados por interminables minutos para comprobar como bailaban cumbia los apash.

¿Logramos entrar en confianza?, el documental hablará por si solo.

Pero retomando lo del personaje, estuvimos buscando alternativas. La mas visible era el viejo Irar, el achuar mas antiguo, el patriarca de Chicherta. Dicho sea de paso hasta ahora guardo la primera imagen que vi de su comunidad: Irar sentado en su silla a modo de trono y con su escopeta cruzada sobre las piernas con una dignidad de principe. Pero íntimamente yo deseaba encontrar un niño. Probamos primero con Yanaesh, niño de 10 años muy alegre y activo. Durante la filmación que hicimos con él y su hermanita en el bosque mostró mucha simpatía (pensando sobretodo en el público televisivo al que nos dirigíamos), sin embargo no encontrábamos una motivación especial para convertirlo en nuestro protagonista, un elemento dramático que justificara esta elección. Habían pasado 5 días y no teníamos personaje.

Todo cambió el día de la pesca con Huaca. Esta pesca comunal utilizando una planta que adormece a los peces sirvió para revelar a un pequeñín que siempre había estado robando cámara sutilmente. Chumpi, el nieto del viejo Irar y el hijo del apu Secha, era un niño de 9 años muy tierno, pero también muy hábil, sobretodo un gran pescador y apasionado por la cultura de su pueblo. Su espontaneidad nos embelesó y se convirtió en el primer candidato a personaje.

Como en todos nuestros rodajes, por las noches visionábamos el material grabado utilizando para ello un pequeño monitor de 7". Los comentarios y sugerencias surgidos tras estas proyecciones siempre son muy ricos y lo recomendamos como una manera de generar confianza con los indígenas. A pesar del pequeño tamaño del monitor, de igual forma todos se agolpaban para verse, por primera vez, retratados en una cinta de video. El feedback, el ida y vuelta, se hacía realidad bajo las estrelladas noches en la cuenca del Huasaga.

Al término de la primera semana empezaría la expedición a la Tuna. Irar sería nuestro guía y pensamos que sería genial que Chumpi nos acompañase. Lo conversamos en el equipo pero no se lo dijimos a nadie más ya que esta expedición implicaba muchos riesgos para un niño de su edad y desestimamos la idea. Además pensábamos hacer una 4 ó 5 escenas en este viaje a la cascada sagrada. Sería un viaje corto y al retorno pensábamos hacer mas escenas con nuestro "casi seguro" personaje principal. Lo que pasó en los momentos de embarcar en la precaria canoa-peque fue rápido y natural: Chumpi nos miraba triste. Le preguntamos que tenía, dijo que quería ir (todo en achuar, el traductor Kasep se encargaba de explicarnos). Le dijimos que debía asistir a clases, que no podía ir, pero que si pedía permiso a su padre (que también nos acompañaría) y al profesor, pues era bienvenido. Se hizo así y Chumpi se incorporó oficialmente a la expedición. Era el día 8 y el documental realmente empezó en ese instante.

Lo que viene es un relato que merecería un libro. Las 13 personas que nos acomodamos en la canoa-peque probamos desde las primeras horas que efectivamente, la cascada sagrada, la Tuna, se encuentra en una zona casi inaccesible. Y es que los cientos de troncos caidos que atravesaban el camino nos obligaron a esforzarnos al máximo y aplicar todo lo aprendido en mas de 20 años de expediciones. Los achuar habían traido consigo la motosierra donada por el Municipio provincial pero ninguno de ellos sabía como usarla. Por suerte Alex, mi asistente de cámara, era experto en el tema ya que en su natal Quillabamba es habitual usar estos aparatos. Pero no se trataba de tronquitos, estos eran árboles gruesos, propios de bosque primario, los que había que trozar para dejar pasar el bote. En el making off verán los malabares que hicimos para cortarlos: uno, tras otro, tras otro, ¡eran decenas de árboles!, al principio cada media hora, luego, en cada recodo del camino. El primer día concluyó y dormimos con la seguridad que no serían dos los días dedicados a esta expedición.



Regresando al rodaje en si, fuimos muy cuidadosos para seleccionar y embalar los equipos. Nuestro poderoso motor Honda nos daba autonomía en energía, también llevamos tres luces portátiles de 50w. alimentadas con baterías de 12v. para una escena nocturna: la representación de la "visión". Durante el viaje de surcada, contracorriente, en la estrecha canoa, viajamos con el lente angular colocado para grabar las escenas a bordo. Durante todo el viaje debimos bajar a empujar la canoa en muchos trechos, asi que no nos desprendimos de las botas de jebe (además el río estaba plagado de rayas y pirañas que obligaba al asistente a cuidarnos las piernas con una lanza).

Las dificultades para avanzar obligaron a que todos participemos de igual a igual en el corte de troncos y su manipulación dentro del agua, toda una experiencia en la que considero ha sido la "madre de nuestras expediciones". Lo mas interesante es que Chumpi también era uno mas, ¡y cómo ayudó!: el frágil niño de 9 años era una fiera en el rio, no solo movia troncos y jalaba la canoa, también aprovechaba para ir pescando "al paso" y jugaba con cualquier cosa que se moviera. Secha nos narró que su primer viaje a la Tuna fué a los 9 años, ¡ igual que su hijo ahora !. El primer día de expedición nació el nombre del documental: LA TRAVESÍA DE CHUMPI.

Fueron días de intensa actividad al límite de nuestras fuerzas. Las 4 escenas que pensamos filmar se convirtieron en mas de 40. Llevábamos 4 días viajando y no llegábamos a la cascada. La comida ya se nos había agotado, los achuar nos invitaban del lagarto, de los majazes, de los paujiles y de todo lo que cazaban en este paraíso de la biodiversidad bañado por un agua purísima. Hacia rato se había acabado el combustible de la motosierra y las hachas y machetes habían perdido filo de tanto trozar "palos". Hubo un momento de gran incertidumbre, un momento cumbre frente a un enorme tronco donde tuvimos que decidir entre seguir o retroceder. Confieso que pusimos todo el optimismo posible para contagiar al resto y dar un último esfuerzo ya que la Tuna no podía estar muy lejos. Del grupo solo Irar y el apu Secha habían realizado este viaje antes. Había una gran curiosidad entre los jóvenes, en Chumpi, en las dos mujeres achuar que nos acompañaban por conocer eso que "se oia a lo lejos desde Chicherta". Era la tarde del día 4 y mientras un grupo nos empeñábamos en cortar y mover este enorme obstáculo, un grupo que bajó del bote y se adelantó por tierra regresó diciendo que dos curvas más adelante estaba la cascada.


Todos imbuidos de un espíritu aventurero y cinematográfico empujamos el bote para llegar, quedaba menos de una hora de luz y debíamos filmar lo necesario antes del ocaso. A las 4 de la tarde del martes 17 de julio del 2007 los primeros no achuar teníamos el privilegio de observar por primera vez este lugar secreto, el santuario mas venerado de los achuar: la mítica Tuna Sagrada.

Debo confesar que este fué uno de esos momentos felices de nuestra vida. Asombrados por la perfección y belleza del lugar, por ese poder proveniente de la ionización que las aguas producen al caer, la cuestión realizativa quedó momentáneamente en un segundo plano, no habia que pensar mucho, las escenas se dieron naturalmente y hacia donde mirásemos algo sucedía; el viejo Irar explicando al nieto Chumpi que ese era el hogar de espíritus poderosos, Kasep y Secha tomando las coordenadas exactas de la Tuna con el GPS, las aguas cayendo y sobrecogiéndonos con su rugido. Todo era filmable y lo hicimos en automático, creo que fué una mezcla de oficio con mucho de inspiración natural, la inspiración que produce un lugar cuando se sabe que es la primera vez que se fotografía o se filma.

El regreso fué practicamente un vuelo. Hicimos 11 horas de bajada para un recorrido que a la inversa nos había demorado 4 días. Es que además había un motivo poderoso: la chalupa que nos regresaría a San Lorenzo ya debía estar esperándonos y si nos retrasábamos podía dejarnos, lo cual no era ninguna gracia en ese lugar donde solo llega dos veces al año algún bote grande. El día 18 a las 5 de la tarde estuvimos de regreso en Chicherta y rapidamente organizamos un plan de grabación de emergencia para grabar hasta las 10 de la mañana del día siguiente todas las escenas que faltaban con Chumpi y su familia. Por radio ya nos habían dicho que de no hacerlo nuestro bote, que nos esperaba en una comunidad a dos horas aguas abajo de Chicherta, partiría, asi que no había opción.

Logramos completar todas las escenas previstas, sabíamos que habían escenas pendientes, pero al haber la posibilidad de regresar no forzamos nada, mas bien dejamos sembrada una semilla de trabajo que podríamos cosechar a nuestro retorno algunas semanas después. La despedida fué emocionante, cada uno de nosotros debió beber enormes potes de masato ofrecidos cariñosamente por cada madre de la comunidad, de no hacerlo no saldríamos de allí. Esta masateada de antología era una muestra de reconocimiento y podemos asegurarles que bebimos todo, todo, con una técnica que esperamos no volver a aplicar.

Desde el río las mútuas lágrimas se mezclaron con las aguas del río Chicherta y seguramente hicieron subir en algo el humilde caudal de julio. Regresábamos a la ciudad con una experiencia riquísima para nosotros y un material fílmico hermoso. El yashingo seguro estaba mas contento que nunca, sus discípulos habían tocado el corazón de los misterios de la selva y ahora regresabamos para contarlo... y es lo que acabamos de hacer. (fin de la primera parte).

25/10/08


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